jueves, 17 de febrero de 2011

A centésimas del corazón

Que no digan que lo entienden porque no es así, se hieren con la verdad para no destruirse con las mentiras. Se convierten con frecuencia en ladrones de su propio tiempo. Se miran y son capaces de tocarse el corazón, aunque lo estrujen y lo estallen, y salgan de él millones de falsas ideas y promesas. Es inútil intentar buscar donde no hay, porque echar de menos es llorar, es buscar voz sin encontrarla. Y en sus mentes algo les dice que no se paren a buscar caminos que no tienen final. Sus vidas han dado un giro. No se sienten tan solos ya, ¿quién dijo miedo? digan ustedes mejor esperanza. Hasta ellos dan vueltas a sus cerebros psicóticos, aniquilando sus pensamientos. Y no hay una razón. Sólo yo sé porqué no pueden salir de su propia mente. Aunque mientras tanto, permítanme verla y... y romperla, abrazarla, retorcerla tan fuerte, que segregue un lívido y afrodisíaco amor... amor.

La chaqueta abrochada hasta el último botón, te roza el cuello, abro la puerta y saludo a nadie. Me ha caducado un poco la autoestima, y en ese habitáculo que se hace tedioso, que huele a desdén, le grito al silencio.
En ese momento lo pensé... pensé porqué el ser tan distintos era lo que nos hacia ser especiales.